Da goes Gaga

Dado que parece que esta chica ha llegado para quedarse, y como es la primera vez que alguien entra tan a saco en mis gustos musicales, o al menos desde que tengo pleno uso de conciencia y no soy simplemente un púber como cuando empecé a escuchar a mis “grandes” Amaral, Fangoria, Madonna y Pastora, me parece curioso escribir cómo he llegado hasta Lady Gaga.

El caso es que a mí Lady Gaga inicialmente no me gustaba nada de nada. Just Dance me parecía una canción sosa y desestructurada, de las que me cortan el rollo cuando me la ponen estando de fiesta. Y desde luego que para nada entendía por qué al otro lado del atlántico se la comparaba con Madonna cuando yo pensaba que Lady Gaga sólo tenía un single coñazo y ni siquiera un disco donde viniera recogido. A la vez que Just Dance, también empezó a sonar Poker Face, que era una canción que me gustaba bastante, pero de las que no me ponía en casa, sólo la escuchaba de fiesta y muy de cuando en cuando, porque una de las ventajas/desventajas de Madrid es que puedes trazar tus noches escuchando sólo música que te gusta, de forma que puedes estar muy a la última en un tipo de música, pero perdiéndote cosas nuevas que suenan de otros estilos y que también pueden gustarte. En fin, sorpresa que me llevé cuando descubrí que Poker Face y Just Dance eran de ambas dos de Lady Gaga, no entendía como podía tener una canción tan buena por una parte y un bodrio por la otra… y más cuando descubrí su nuevo bodrio : Paparazzi. Otra canción coñazo que no quería ni de lejos en mis fiestas. Más o menos por ahí descubrí en Spotify “The Fame” (adoro spotify, por cierto) y salvo Poker Face y Paper Gangsta, que también me gustó desde el principio, el resto del disco me aburrió. Así que ahí ya me formé la idea de “Lady Gaga = caca” y con ella estuve durante varios meses.

Pero llegó Bad Romance. La escuché en la radio como “el nuevo megahit de Lady Gaga”, y claro, como Lady Gaga = caca a mí la canción no me gustó, me parecía de lo más raro que había escuchado en la vida, una canción extraña y, como decía Miguel, desordenada. Pero cierta noche de invierno, estando en el MeDaIgual, que es uno de esos bares que proyectan el videoclip de la canción que suena, pusieron Bad Romance y me quedé totalmente absorto mirando el vídeo, que le daba muchísimo más sentido a la canción. Por aquellas Lady Gaga ya había hecho su boom y estaba en todas partes, así que caer fue de lo más fácil. De un día para otro Bad Romance se convirtió en una de mis canciones preferidas, veía su videoclip varias veces por día y comenzaban mis búsquedas en google para encontrar la cara real de Gaga, que de lo fea que es parecía que siempre intentaban ocultarla. Escuché “The Fame Monster” también en Spotify y me gustó bastante más que “The Fame”, las canciones ya parecían tener otro porte y había al menos dos singles claros. Averigüé cantidad de cosas sobre “Haus of Gaga”, que es la cohorte que hace que esta chica vaya como va, me parecieron increíbles, por ejemplo, las pintas con las que conoció a Isabel II, el vestido rojo que le tapa la cara, el de burbujas o el del accesorio inútil. En moda es difícil innovar, al fin y al cabo las formas, los cortes, los colores y los tejidos son los que son, simplemente se puede hacer combinaciones entre ellos. Pero si bien es difícil innovar, sí es posible refrescar, y es lo que hace esta chica con todo su séquito.

Bien, una vez que asumí que me encantaba el personaje mediático de Lady Gaga y que ya tenía 3 canciones que me molaban mucho llegó el vídeo de Telephone. A mí esta canción ya me olía a single, pero me enteré de que realmente lo era a través de mi facebook: durante 3 días todo el mundo lo estuvo enlazando y comentando, sin parar, porque el vídeo lo vale. Y con esto comprobé que no sólo yo había caído en el juego de ponerme cualquier cosa como gafas, repetir compulsivamente las mismas sílabas o decir aquello de “You’ve been a bad girl, Gaga”. Estaba más extendida de lo que yo había pensado.

Pero lo que más me gusta es que la cosa me revuelve por dentro, para bien, y va a más: ahora mismo tengo entradas para el concierto de Madrid, las más caras que he comprado nunca, y también para el de Barcelona, aunque es probable que éstas las revenda. Las coreografías de Bad Romance y Telephone me han devuelto las ganas de bailar y mis 28 años y yo intentamos aprendérnoslas en mi habitación, que es algo que no había hecho nunca, además de que me ha animado a ir a las clases de body pump y ritmos de mi gimnasio, casi 100% coreográficas. Tampoco nunca se me había ocurrido montar una fiesta cuya temática fuera una persona en concreto, y aunque esta fiesta se suspendiera finalmente, la idea sigue ahí. Y tampoco nunca me había hecho el propósito firme de aprender y comprender las letras de todo un disco en inglés. Lady Gaga se carga mis nuncas, eso está muy bien. Y no soy el único al que le pasa, ya que este fin de semana coincidí con unos góticos que también bailan emocionados Telephone, lo cual me pareció impresionante, aunque supongo que estas fotos tendrán algo que ver, y la propia Alaska se rinde a los pies de Gaga y le dedica este artículo, por el cual me decidí a escribir esta entrada.

En fin, después de esta parrafada ya veis cómo he pasado del Lady Gaga = caca a ser superfan. No tengo muy claro si todo este cambio se debe a que es un toque de color dentro del mundo gris que nos está dejando esta crisis del capitalismo, o si simplemente se trata de una campaña de marketing muy bien llevada al estilo de lo que pasó hace años con las Spice Girls. No lo sé, no lo sé, pero sea lo que sea el resultado me encanta

1 comentarios:

deuve82 dijo...
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